viernes, 13 de marzo de 2015

¿sabes?

¿Sabes eso de abrazar a alguien y sentir que el entrelazamiento es perfecto? Que no sobran manos, que el tamaño de los brazos es el ideal, incluso la altura de los corazones se ajusta y parece que todo se resuelve en un latido. Pues algo así eres para mí: la compenetración perfecta, la cara de todas mis monedas, y en quien pienso cuando alguien habla de la suerte (qué sabrán ellos de la suerte, si no te conocen).


Cómo explicarlo... nunca me ha asustado llorar, porque tú siempre estás. Eres todos los peros que le pongo a mis miedos. Y si soy valiente, es porque en cada paso que doy, mi meñique va enlazado al tuyo. Y si me caigo, siempre es sobre tus manos, (se está tan a gusto en ellas...)

 
Sí, la vida es complicada, y a veces se pasa de triste, pero yo te miro cuando sonríes así, como si trataras de llevarme a tus mejillas, y te juro que entiendo a los poetas cuando hablan de amor.
Y yo te quiero. No porque siempre estés conmigo, para mí, por mí… No porque sea imposible no hacerlo, y se dispersen mil motivos (todos ciertos) por las manos al pensarlo, sino porque has nacido para que te quieran, y yo he nacido para quererte, con toda el alma y toda la piel, toda mi vida.

T qro.

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